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¿Y SI EN VEZ DE ASUSTARNOS, ACCIONAMOS?

  • Foto del escritor: Lic. Olga Córdoba
    Lic. Olga Córdoba
  • 8 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

Frente a una noticia de una revista muy reconocida en nuestros medios, donde se habla de una figura, bastante espeluznante, que aparece en medio de los dibujitos animados que nuestros niños ven por YouTube y que los insta a aislarse y dañarse; surge esta reflexión.


La noticia dice que los padres tienen miedo, están asustados y es verdad. Pensar en los casos que se narran de chicos que se han lastimado seriamente , pensar que eso suceda realmente nos llena de temor, pero además no saber cómo controlarlo nos da impotencia y preocupación.


Mi reflexión es, ¿y si en lugar de asustarnos , nos accionamos?





Primero quiero aclarar que no estoy en contra de la tecnología y su buen uso en todas las facetas de nuestra vida y la de nuestros hijos; pero pensemos: ¿Porqué la tecnología y lo que de ella viene, ejerce tanto magnetismo en nuestros niños? , ¿Será que , sin darnos cuenta, nosotros mismos le dimos ese poder?.


Y, creo que sí. Desde el primer momento en que ponemos en las manos de un bebé de meses el celular como elemento de distracción o entretenimiento, estamos dándole un poder especial a ese aparato y todo lo que de él sale. Eso crea en el niño una fascinación enorme y debilita nuestra función y responsabilidad en mostrarle diferentes formas de entretenerse.


Cuando en casa todos los aparatos electrónicos permanecen encendidos 24 horas al día , aunque no los usemos, y las pantallas son un estímulo permanente que no me permite crear, hacer o pensar otra cosa; cuando no me permite simplemente aburrirme.


Cuando nosotros mismos ofrecemos esta alternativa (mirar el celular) en el auto para que no pregunten, en la sala de espera de cualquier lado para que se queden quietos, en casa para que me dejen dormir la siesta o para que no lloren.


Cuando la hora de comer, de charlar, de reunirse está siempre mediatizada por estas pantallas en cualquiera de sus formatos y la mamá no mira a su bebé mientras le da el pecho porque su mirada está puesta en el celular, los niños pequeños no comen si no están delante de la tablets con sus dibujitos o los más grandes comen en su habitación porque están escuchando a los youtubers de moda en la computadora.


Cuando los adultos somos el mal ejemplo, ya que no podemos dejar de mirar el whatsapp por más de 10 minutos, o los llevamos a la plaza para jugar pero nos sentamos a mirar el celular en lugar de compartir. Cuando nos sentimos morir, con casi un ataque de pánico, cuando nos hemos olvidado o perdido el celular, como si ese aparato nos diera oxígeno para respirar.


Es desde ahí que debemos ocuparnos , desde el mismo momento en que ese medio se torna juguete, chupete, canción de cuna, cuentos contados, entretenimiento permanente , generador de risas, depositante de afectos. Nosotros como adultos le dimos, a esos aparatos y su contenido, el poder de hacer con nuestros pequeños cualquier cosa y nos corresponde a nosotros sacárselo.


Lo grave no es que aparezca esa horrorosa imagen en internet (aunque no debería estar y debería controlarse la información que allí aparece), sino que nuestros hijos “endiosen” todo lo que esos medios tecnológicos les brindan.


Eso, sumado a una inmadurez propia de los niños y adolescentes para discriminar lo que es bueno o malo, se convierte en peligroso. Nuestra función materna y paterna está desdibujada frente a ello.


Nuestros niños no confían en nosotros, no nos hablan, no dicen lo que sienten y cuando algo le decimos lo desvalorizado porque lo que le mostramos es otra cosa totalmente opuesta.


Por eso, ¿y si en lugar de asustarnos, actuamos?

Empecemos ahora, abracemos más a nuestros hijos, hagamos que salgan de sus habitaciones para ofrecerles alternativas diferentes, de diversión, de compartir momentos, de diálogo y afecto.


Si lo trabajamos desde pequeños será más fácil cuando sean grandecitos; pero sino igual empecemos, va a costar un poco más, pero el esfuerzo valdrá la pena.


Volvamos a los arrullos, los cuentos a la hora de dormir, a desparramar juguetes en casa, a los juegos de mesa los fines de semana, a la plaza, el triciclo y la bicicleta aunque molesten, hagan ruido o nos exija salir a cuidarlos.


No deleguemos en el celular nuestra función de cuidarlos y entretenerlos. Démosle mas presencia, mas caricias y palabras maravillosas. Accionemos.


¿Qué piensan ustedes con respecto al tema?

Lic. Olga Córdoba


 
 
 

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